Cuentos (Im)posibles 4

El abuelo y el nieto que pasaron el verano en un barreño

  Un verano caluroso con un sol abrasador,
el abuelo y el nieto jugaban al tornasol.
Jugaban en un barreño para no pasar calor,
salpicando toda el agua, y el barreño se secó.
No te preocupes abuelo -dijo el nieto brabucón-.
Llenaremos el barreño con un frasco y un jarrón.
Y así pasaron el verano, metidos en un barreño
para no pasar calor.

Ilustración de Inma Córdoba

Cuentos (Im)posibles 2

El abuelo que siempre metía la pata

  Un día por la mañana el abuelo metió la pata en un cubo de hojalata.
Otro día por la tarde el abuelo metió la pata en un pastel de hojaldre.
Un domingo a media tarde la pata casi le arde.
Y el lunes de madrugada quedose la pata encajada.
Era una pata larga y espigada. 
Tirando a rojo escarlata. 
Tanto metía la pata que se sentía un acróbata.
Hacía que sus movimientos parecieran de un autómata.
Se compró una bici barata, pero seguía metiendo la pata.
¿Para qué quiero yo esta pata? -se dijo un día de fiesta- y se fue a dormir la siesta. 
Eso era lo malo de tener pata de palo.

Cuentos (Im)posibles 1

El abuelo que aspiró a su nieto y lo convirtió en pelusa

 Un abuelo muy atrevido enchufó el aspirador, 
sin darse cuenta de que el nieto jugaba al rastreador. 
Iba el niño por el suelo reptando con la atención 
puesta en los bichos que habitan el comedor.
Una arañita bajaba con su hilo desde el techo,
otra ocultaba en un rincón las capturas que había hecho.
Una hormiguita corría cerca del aparador,
buscaba, sin duda, restos de algún almuerzo glotón.
A lo lejos una mosca lamía en el suelo una mancha,
pero al acercarse el niño voló rauda hacia el balcón.
El niño observó de pronto una boca grande y negra
que se acercaba a su cara con el ruido de una fiera.
El niño la miró con asombro y quiso plantarle cara,
mas la boca grande y negra lo aspiró como si nada.
¡Abuelo! ¡Abuelo! ¡Aquí, en el aspirador!
No soy pelusa aspirada, soy tu nieto: el rastreador.
¡Ta taaaan!

A Pepe Domínguez

In memoriam

En el aula el eco de tu voz sincera

reverbera en éticas lecciones,

libertad transmiten tus acciones

y la verdad se hace cabecera.

Honestidad viertes por doquiera,

compromiso social y relaciones

vas gestando, quedo, sin rencores;

tu semilla germina franca, fiera.

Maestro de tus clásicos dilectos,

llegas al olimpo honesto, límpido;

huérfanos nos dejas los intelectos.

Militas en lo humano cual cupido.

Unas uvas, unos higos, anhelados,

en la huerta lloran porque te has ido.